~LA PARTE Y EL TODO~ COMO ES ARRIBA ES ABAJO~COMO ES EL ALMA ES EL UNIVERSO~ LOS 7 ABSOLUTOS ETERNOS INFINITOS Y SU RELACION CON CADA SER VIVIENTE DEL UNIVERSO~

La Parte y El Todo

Una ley inexorable e impersonal que es equivalente a la función de una providencia cósmica, opera a través de todo el tiempo y el espacio y respecto a toda realidad cualquiera sea su naturaleza.

La misericordia caracteriza la actitud del amor de El Creador por el individuo; la imparcialidad motiva la actitud de El Creador hacia la totalidad.

La voluntad de El Creador no prevalece necesariamente en la parte —el corazón de una personalidad determinada— pero su voluntad realmente gobierna la totalidad, el universo de los universos.

En todas sus transacciones con todos sus seres es cierto que las leyes del Creador no son intrínsecamente arbitrarias.

Para ti, con tu visión limitada y tu punto de vista finito, las acciones del Creador a menudo han de parecer arbitrarias y dictatoriales.

Las leyes del Creador son meramente las costumbres del Creador, su modo de hacer repetidamente las cosas; y Él siempre hace todas las cosas bien.

Observas que El Creador hace la misma cosa del mismo modo, y repetidas veces, sencillamente porque es la mejor manera de hacer esa cosa particular en una circunstancia dada; y la mejor manera que es optima es la manera correcta, y por lo tanto la sabiduría infinita siempre lo ordena de esa manera precisa y perfecta.

Debes recordar también que la naturaleza no es acción exclusiva de la Deidad; existen otras influencias en esos fenómenos que el hombre llama naturaleza.

Es inconsistente a la naturaleza divina conceder cualquier tipo de deterioro o permitir en momento alguno la realización de un acto personal de una manera puramente rutinaria.

Debe aclararse, sin embargo, que si, en la divinidad de cualquier situación, en lo extremo de cualquier circunstancia, en cualquier caso donde el curso de la sabiduría suprema pudiera indicar la demanda o requerimiento de una conducta diferente —si la demanda de perfección pudiera por cualquier razón dictar otro método de accion o solucion, uno mejor, entonces y allí mismo el Creador omnisapiente funcionaría de esa manera mejor y más adecuada.

Eso sería la expresión de una nueva voluntad mayormente ideal y por ende una ley superior, no la revocación de una ley inferior.

El Creador no es esclavo de sus hábitos, de la cronicidad de la repetición de sus propias acciones voluntarias.

No hay conflicto entre las leyes del Infinito; todas ellas son perfecciones de naturaleza infalible; todas son actos incuestionables expresivas de decisiones bajo la guianza de la sabiduria eterna.

La ley es la reacción inmutable de una mente infinita, perfecta y divina.

Las acciones del Creador son todas volitivas no obstante esta aparente uniformidad.

En El Creador «no hay variabilidad ni sombra de cambio».

Pero todo esto que puede decirse verdaderamente del Padre Universal-El Eterno no puede decirse con igual certeza de todas sus inteligencias subordinadas o de sus criaturas evolutivas.

Porque El Padre Universal es inmutable, por tanto podéis vosotros confiar, en todas las circunstancias ordinarias, que hará lo mismo, de la misma manera idéntica y constante.

“El Creador es la garantía de la estabilidad para todas las cosas y seres creados. Él es Dios; por lo tanto no cambia.”

Toda esta inmutabilidad de conducta y uniformidad de acción es personal, consciente y altamente volitiva, porque el Gran Creador no es el esclavo indefenso de su propia perfección, infinidad y eternidad.

El Creador no es una fuerza ciega y automática; no es un poder sujeto a una ley esclavizante.

El Creador no es ni una ecuación matemática, geometrica o una fórmula química.

Es una personalidad libre y primordial.

Es el Padre Universal Eterno, un ser sobrecargado de personalidad y la fuente universal de toda personalidad de las criaturas.

La voluntad del Creador no prevalece uniformemente en el corazón del mortal de origen material que busca a su Creador, (aunque en la dotacion del libre albedrio incondicional si prevalece la voluntad del Creador) pero si el marco temporal se extiende más allá del momento de abarcar la totalidad de la primera vida, entonces la voluntad del Creador se hace cada vez más discernible en los frutos del espíritu que se producen en la vida de los hijos de La Luz que son guiados por el Espíritu de La Verdad.

Y si la vida humana se amplía ulteriormente para incluir la experiencia morontial (la existencia experiencial entre material y espiritual), se observa que la voluntad divina resplandece con fulgor cada vez mayor en los actos espiritualizados de esas criaturas del tiempo que han comenzado a gozar las delicias divinas de experimentar la relación de la personalidad del hombre con la personalidad del Padre Universal.

La Paternidad del Creador y la fraternidad del hombre presentan una paradoja de la parte y el todo en el nivel de la personalidad.

El Creador ama a cada individuo como creatura individual de la familia celestial.

Sin embargo El Creador así ama a todos los individuos; no tiene preferidos, y la universalidad de su amor produce una relación de totalidad, la fraternidad universal.

El amor del Padre Eterno individualiza absolutamente cada personalidad de sus creaturas como un hijo  único en todo el universo, un hijo sin duplicado en el infinito, una criatura volitiva con facultades concientes de decision y libre albedrio (libre tal como El Padre Eterno mismo es ~Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza~) irremplazable en toda la eternidad.

El amor del Padre Eterno glorifica a cada hijo del Universo, iluminando a cada miembro de la familia celestial, perfilando agudamente la naturaleza única de cada ser personal frente a los niveles impersonales que se hallan fuera del círculo fraterno del Padre de todos y creador de todo.

El amor del Creador retrata vivamente el valor trascendente de cada creatura volitiva, inequívocamente revela el altísimo valor que el Padre Universal ha colocado sobre todos y cada uno de sus hijos, desde la más elevada personalidad creadora de estado paradisiaco hasta la personalidad más primitiva de dignidad volitiva entre las tribus de los hombres salvajes en los albores de las especies humanas, en algún mundo evolutivo del tiempo y el espacio.

El amor mismo del Creador por cada individuo crea la familia divina de todos los individuos, la fraternidad universal de los hijos creados en el auspicio y beneplacito del libre albedrío del Padre del Paraíso hace de ellos parte de la fraternidad de la humanidad.

Y esta fraternidad, siendo universal, es una relación de totalidad.

La fraternidad, cuando es universal, no revela la relación con un individual, sino la relación con los todos. 

La fraternidad es una realidad de lo total y por lo tanto revela cualidades de la totalidad, en contradicción con las cualidades de la parte.

La fraternidad constituye un hecho de relación entre todas las personalidades en la existencia universal.

Ninguna persona puede evadir los beneficios o las sanciones que puedan sobrevenirle como resultado de una relación con otras personas.

La parte se beneficia o sufre en relación con el todo.

El buen esfuerzo de cada ser humano beneficia a todos los seres humanos; el error o el mal de otros humanos aumenta las tribulaciones de todos los humanos.

Según se mueve la parte, así se mueve el todo.

Según es el progreso de la totalidad, así el progreso de la parte.

Las velocidades relativas de la parte y el todo determinan si la parte se atrasa por la inercia del todo o si adelanta por el impulso de la fraternidad cósmica.

Es un misterio que El Creador Eterno sea un ser altamente personal y autoconsciente con un centro de gobierno residencial en El Paraiso y, al mismo tiempo, esté presente personalmente en un universo tan vasto y en contacto personal con un número de seres casi infinito.

Que tal fenómeno sea un misterio que rebasa la comprensión humana no debe disminuir en lo más mínimo vuestra fe, confianza y certeza en estas verdades y realidades del universo y del reino de los Cielos.

No dejéis que la magnitud de la infinitud, la inmensidad de la eternidad y la grandeza y gloria del carácter incomparable del Creador os sobrecojan, os hagan vacilar u os desalienten; porque el Padre no está muy lejos de ninguno de vosotros; El habita dentro de vosotros (y derramare mi espiritu sobre toda carne), y en El todos nosotros literalmente nos movemos, realmente vivimos, y verdaderamente tenemos nuestro ser.

Aunque el Padre del Paraíso funciona a través de sus creadores divinos y sus hijos criaturas, disfruta también del contacto interior más íntimo con vosotros, un contacto tan sublime, tan altamente personal, que aún está más allá de la comprensión de muchos seres celestiales: esa misteriosa comunión del fragmento del Padre con el alma humana y con la mente mortal en la cual mora realmente.

Si sabéis lo que hacéis con estos dones personales, mentales y espirituales del Creador, por ello mismo sabéis que el Padre está en estrecha relación, no sólo con sus asociados divinos, sino también con sus hijos mortales evolutivos del tiempo como tu.

El Padre ciertamente mora en el Paraíso, pero su divina presencia también mora en la mente de los hombres.

Aunque sea derramado el espíritu de La Verdad sobre todos los seres humanos, aunque el Hijo morara cierta vez entre vosotros en semejanza de carne mortal, aunque los serafines  personalmente os guarden y guíen como lo hacen, ¿cómo puede ninguno de estos seres divinos del Paraiso Central Segundo y Tercero esperar jamás acercarse tanto a vosotros o comprenderos tan plenamente como el Padre Celestial Eterno quien en su amor incondicional dijo "Y Derramare my Espiritu Sobre Toda Carne", quien ha dado una parte de sí mismo para que esté en vosotros, para que sea vuestro ser verdadero, divino e incluso eterno? El Padre Eterno es nuestro socio, hermano y amigo en este mundo y a la vez nuestro guia en nuestro viaje hacia la vida eterna.

Habiendo comenzado el camino de la vida eterna, habiendo aceptado el deber y recibido tus órdenes de avanzar, no temas los peligros del olvido humano e inestabilidad mortal, no te preocupes por el temor al fracaso, o por la confusión que te deja perplejo, no vaciles ni interrogues tu estado y situación porque en las horas sombrías, en cada encrucijada de la lucha por progresar hacia la vida eterna, el Espíritu de la Verdad siempre hablará, diciendo: «ÉSTE ES EL CAMINO!"

[Presentado por un Perfeccionador de la Sabiduría que actúa por mandato de los Ancianos de Días.]
















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