-JESUS Y LAS CONFERENCIAS DE URMIA~GOBIERNO PLANETARIO-MUNDIAL~ Version Completa
LA SOBERANIA DE LA FRATERNIDAD DE LA HUMANIDAD
- PAZ EN LA TIERRA Y BUENA VOLUNTAD ENTRE LOS HOMBRES-
3.Jesus
en Las Conferencias de Urmia
(1485.3) 134:3.1 Camino del Mar Caspio, Jesús se había detenido varios días
en la vieja ciudad persa de Urmia, sobre la costa occidental del Lago Urmia,
para descansar y recuperarse.
En la isla más grande, de
un grupo situado a corta distancia de la costa cerca de Urmia, se levantaba un
gran edificio, un anfiteatro para conferencias, dedicado al «espíritu de la
religión».
En realidad esta
estructura era un templo dedicado a la filosofía de las religiones.
(1485.4) 134:3.2 Este templo había sido construido por un rico mercader,
ciudadano de Urmia, y sus tres hijos.
Este hombre se llamaba
Cimboitón, y sus antepasados provenían de muchos pueblos distintos.
(1485.5) 134:3.3 Las conferencias y discusiones comenzaban en esta escuela
religiosa a las 10:00 de la mañana.
Las sesiones de la tarde
comenzaban a las 3:00, y los debates nocturnos se iniciaban a las 8:00 de la
noche.
Estas sesiones de
enseñanza, discusión y debate eran presididas siempre por Cimboitón o por uno
de sus tres hijos.
El fundador de esta
escuela religiosa tan singular vivió y murió sin divulgar jamás sus creencias
religiosas personales.
(1485.6) 134:3.4 Varias veces participó Jesús en estas discusiones, y antes
de que partiera de Urmia, Cimboitón acordó con Jesús que, durante su viaje de
regreso, se hospedara con ellos dos semanas, dictara veinticuatro conferencias
sobre «la fraternidad de los hombres», y dirigiera doce sesiones nocturnas de
preguntas, discusiones y debates sobre sus conferencias en particular, y sobre
la fraternidad de los hombres en general.
(1485.7) 134:3.5 Conforme a este acuerdo, Jesús se detuvo en Urmia en su
viaje de regreso y dictó las conferencias.
Fue ésta la más formal y
sistemática de las enseñanzas del Maestro en La Tierra.
Nunca antes ni después
dijo tantas cosas sobre el mismo tema como en estas conferencias y discusiones
sobre la fraternidad de los hombres.
En realidad, tales
conferencias fueron sobre el «Reino de El Creador» y los «Reinos de los
hombres».
(1486.1) 134:3.6 Más de treinta religiones y cultos religiosos estaban
representados en el cuerpo docente del templo de filosofía religiosa.
Los profesores eran
elegidos, mantenidos y plenamente acreditados por sus respectivos grupos
religiosos.
Por esta época, el cuerpo
docente constaba aproximadamente de setenta y cinco profesores, los cuales
vivían en cabañas con espacio para unas doce personas cada una.
Durante la luna nueva se
echaba la suerte para cambiar los grupos.
La intolerancia, un
espíritu pendenciero u otro rasgo que pudiera interferir con el funcionamiento
apacible de la comunidad, daba lugar al despido inmediato y sumario del
responsable.
Éste era despedido sin
ceremonia, y el suplente tomaba inmediatamente su puesto.
(1486.2) 134:3.7 Estos maestros de religiones diferentes hacían un gran
esfuerzo por mostrar cuán semejantes eran sus religiones en cuanto a los
aspectos fundamentales de esta vida y de la próxima.
Para obtener una cátedra
en esta facultad bastaba que aceptase una doctrina —cada uno de los maestros
debía representar una religión que reconociera al Creador— o algún tipo de
Deidad suprema.
En el cuerpo docente
había cinco maestros independientes, que no representaban a una religión
organizada, y como tal compareció Jesús ante ellos.
(1486.3) 134:3.8 [Cuando nosotros, los seres intermedios, preparamos por
primera vez el resumen de las enseñanzas de Jesús en Urmia, surgió un
desacuerdo entre los serafines de las iglesias y los serafines del progreso
sobre si sería o no prudente incluir estas enseñanzas en estas Revelaciónes a
los habitantes de La Tierra.
Las condiciones
imperantes en el siglo veinte y veintiuno, tanto en el campo religioso como en
el de los gobiernos humanos, son tan diferentes de las que predominaban en los
tiempos de Jesús que ciertamente era muy difícil adaptar las enseñanzas del
Maestro en Urmia a los problemas del reino del Creador y de los reinos de los
hombres, tal como estas funciones mundiales existen en el siglo veinte y veintiuno.
Nunca conseguimos esbozar
una exposición de las enseñanzas del Maestro que fuera aceptable para ambos
grupos de estos serafines del gobierno planetario.
Finalmente, el Melquisedek presidente de la
comisión reveladora, nombró una comisión de tres de nosotros para que
preparáramos nuestro punto de vista sobre las enseñanzas del Maestro en Urmia,
adaptadas a las condiciones religiosas y políticas del siglo veinte y veintiuno en La
Tierra.
Por consiguiente,
nosotros tres, seres intermedios secundarios, completamos dicha adaptación de
las enseñanzas de Jesús, expresando de nuevo sus pronunciamientos de una forma
aplicable a las condiciones mundiales contemporáneas, y ahora presentamos esta
exposición tal como quedó después de haber sido revisada por el presidente
Melquisedek de la comisión reveladora.]
4. La
Soberanía — Divina y Humana
(1486.4) 134:4.1 La fraternidad de los hombres está basada en la paternidad
de El Creador.
La familia del Creador se
deriva del amor de El Creador —Dios es amor.
El Creador Padre ama a
sus hijos con un amor divino, a todos ellos.
(1486.5) 134:4.2 El reino del cielo, el gobierno divino, se basa en el
hecho de la soberanía divina: El Creador es espíritu.
Puesto que El Creador es
espíritu, este reino es espiritual.
El reino del cielo no es
material ni meramente intelectual; es un enlace espiritual entre El Creador y
el hombre.
(1486.6) 134:4.3 Si las diferentes religiones reconocen la soberanía
espiritual del Creador el Padre, todas estas religiones permanecerán en paz.
Sólo cuando una religión
supone que es, de alguna manera, superior a todas las otras y que posee
autoridad exclusiva sobre las otras, dicha religión resulta ser intolerante con
las otras religiones o se atreve a perseguir otros creyentes religiosos.
(1487.1) 134:4.4 La paz religiosa-espiritual —la fraternidad— no puede existir a menos
que todas las religiones estén dispuestas a despojarse completamente de toda
autoridad eclesiástica, y a renunciar plenamente a todo concepto de soberanía
espiritual.
Sólo El Creador es el
soberano espiritual.
(1487.2) 134:4.5 No es posible que exista igualdad entre las religiones
(libertad religiosa) sin guerras religiosas, a menos que todas las religiones
consientan en transferir toda soberanía religiosa a un nivel sobrehumano, al
Creador mismo.
(1487.3) 134:4.6 El reino del cielo en el corazón de los hombres creará la
unidad espiritual (no necesariamente la uniformidad), porque todos y cada uno de
los grupos religiosos, compuestos de estos creyentes espirituales, estarán libres
de toda noción de autoridad eclesiástica —soberanía religiosa.
(1487.4) 134:4.7 El Creador es espíritu, y El dispensa una parte de si mismo para que resida en el corazón del hombre. El es el socio y consejero de cada ser humano durante esta corta vida mortal sobre la Tierra.
Espiritualmente, todos
los hombres son iguales.
El reino del cielo no
reconoce castas, clases, niveles sociales ni grupos económicos.
Todos vosotros sois
hermanos.
(1487.5) 134:4.8 Pero en cuanto perdáis de vista la soberanía espiritual del
Creador el Padre, alguna religión comenzará a afirmar su superioridad sobre las
otras religiones; entonces, en lugar de paz en la tierra y buena voluntad entre
los hombres, habrá desacuerdo, recriminaciones, e incluso guerras religiosas, o
por lo menos, guerras entre los religiosos.
(1487.6) 134:4.9 Los seres que gozan de libre albedrío y que se consideran
iguales, a menos que se reconozcan mutuamente como súbditos de una soberanía
superior, de una autoridad que está por encima de todos ellos, tarde o temprano
caen en la tentación de probar su capacidad para imponer su poder y autoridad
sobre otras personas y grupos.
El concepto de igualdad
no conduce nunca a la paz, a menos que exista un reconocimiento mutuo de una
influencia controladora de soberanía superior.
(1487.7) 134:4.10 Los religiosos de Urmia vivían juntos en relativa paz y
tranquilidad, porque habían renunciado completamente a toda noción de soberanía
religiosa.
Espiritualmente, todos ellos creían en un-Ser
Divino soberano; socialmente, la autoridad plena e indiscutible residía en su
presidente —Cimboitón.
Todos sabían qué le
pasaría al maestro que tuviera la presunción de dominar a sus colegas.
No puede haber una paz
religiosa duradera en La Tierrra hasta que todos los grupos religiosos
renuncien libremente a toda noción de favor divino, de pueblo elegido y de
soberanía religiosa.
Sólo cuando se conciba al
Creador el Padre como supremo, podrán los hombres llegar a ser hermanos espirituales, y a vivir juntos en paz y fraternidad religiosa sobre la tierra.
5. La
Soberanía Política
(1487.8) 134:5.1 [Aunque la enseñanza del Maestro sobre la soberanía del
Creador es una verdad — complicada solo por la subsiguiente aparición entre las
religiones del mundo de la religión formada alrededor de su persona—, sus
exposiciones sobre la soberanía política se vieron complicadas en gran manera
por la evolución política de las divisiones nacionales durante los últimos dos
mil y tantos años.
En la época de Jesús
había solamente dos grandes potencias mundiales: el Imperio Romano en el
occidente, y el Imperio Han en el oriente, y estaban ampliamente separados por
el reino de la Partia y otras tierras intermedias de las regiones caspiana y
turquestaní.
Por lo tanto, en la
siguiente presentación nos hemos apartado aun más de la substancia de las
enseñanzas del Maestro en Urmia relativas a la soberanía política, intentando
al mismo tiempo describir la esencia de dichas enseñanzas en la medida en que
sean aplicables a la etapa especialmente crítica de la evolución de la
soberanía política en el siglo veinte y veintiuno después de Cristo.]
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(1487.9) 134:5.2 Las guerras en La Tierra no han de acabar nunca mientras
las naciones se afierren a las nociones ilusorias de ilimitada soberanía
nacional.
Tan sólo hay dos niveles
de soberanía relativa en un mundo habitado: el libre albedrío espiritual del
mortal como individuo y la soberanía colectiva de toda la humanidad.
Entre el nivel del ser
humano individual y el nivel de la humanidad total, todas las agrupaciones y
asociaciones son relativas, transitorias y de valor, únicamente si mejoran el
bienestar y el progreso del individuo y de la humanidad en conjunto —el hombre
y la humanidad.
(1488.1) 134:5.3 Los maestros religiosos deben recordar siempre que la
soberanía espiritual del Creador está por encima de todas las lealtades
espirituales interpuestas e intermedias.
Algún día aprenderán los
gobernantes civiles que los Altísimos son quienes gobiernan en los reinos de
los hombres.
(1488.2) 134:5.4 El reinado de los Altísimos en los reinos de los hombres,
no es para el beneficio exclusivo de un grupo especialmente favorecido de
mortales.
No existe tal cosa como
un «pueblo elegido».
El reinado de los
Altísimos, los supercontroladores de la evolución política, es un régimen
formado con el objeto de fomentar el máximo bien, para el máximo número de seres humanos, y durante
un tiempo de la máxima longitud.
(1488.3) 134:5.5 La soberanía es poder, y crece mediante la organización.
Dicho crecimiento de la
organización del poder político es bueno y apropiado, porque tiende a abarcar
segmentos cada vez mayores de toda la humanidad.
Pero este mismo
crecimiento de las organizaciones políticas crea un problema en cada etapa
intermedia entre la organización inicial y natural del poder político —la
familia— y la resultante final del crecimiento político —el gobierno de toda la
humanidad, por toda la humanidad y para toda la humanidad.
(1488.4) 134:5.6 Partiendo del poder paterno en el grupo familiar, la
soberanía política evoluciona mediante la organización, a medida que las
familias se van superponiendo en clanes consanguíneos que, por varias razones,
se unen en unidades tribales —las agrupaciones políticas superconsanguíneas.
De allí, mediante el
comercio, el intercambio y la conquista, las tribus se unifican en naciones, y
las naciones a veces se unen en un imperio.
(1488.5) 134:5.7 A medida que la soberanía pasa de grupos más pequeños a
grupos más grandes, las guerras disminuyen.
Es decir que disminuyen
las guerras menores entre naciones más pequeñas, mientras que aumenta el
potencial de guerras más grandes en la medida en que las naciones que ejercen
la soberanía se hacen más y más extensas.
Finalmente, cuando todo
el mundo haya sido explorado y ocupado, cuando los países sean pocos, fuertes y
poderosos, cuando estas naciones grandes y supuestamente soberanas lleguen a
tocarse en las fronteras, cuando sólo los océanos las separen, se habrá
preparado el escenario para grandes guerras, conflictos mundiales.
Las así llamadas naciones
soberanas, no pueden rozarse sin generar conflictos y provocar guerras.
(1488.6) 134:5.8 La dificultad en la evolución de la soberanía política,
desde el núcleo familiar hasta la humanidad en bloque, yace en la
inercia-resistencia que se observa en todos los niveles intermedios.
Las familias desafían en
ocasiones a su clan, en tanto que los clanes y las tribus a menudo estaban
subversivos en cuanto a la soberanía del estado territorial.
Cada evolución nueva y
progresiva de la soberanía política se encuentra (y se ha encontrado siempre)
estorbada y entorpecida por las «etapas de andamio» de las evoluciones anteriores
en la organización política.
Y esto ocurre porque la
lealtad humana, una vez en movimiento, es difícil de cambiar.
La misma lealtad que
posibilita la evolución de la tribu, dificulta la evolución de la supertribu
—el estado territorial.
Y la misma lealtad (el
patriotismo) que hace posible la evolución del estado territorial, complica
enormemente el desarrollo evolutivo del gobierno de toda la humanidad.
(1488.7) 134:5.9 La soberanía política se crea a partir de la renuncia a la
autodeterminación, primero del individuo dentro del núcleo familiar, y luego de
la familia y del clan dentro de la tribu y de las agrupaciones más grandes.
Esta transferencia
progresiva de la autodeterminación, desde las organizaciones políticas más
pequeñas a las cada vez más grandes, ha seguido su curso prácticamente sin
interrupciones en el Oriente, desde el establecimiento de las dinastías Ming y
Mogol.
En el Occidente siguió
durante más de mil años hasta el fin de la Guerra Mundial, momento este en el
que un desafortunado movimiento retrógrado revirtió temporalmente esta
tendencia normal restableciendo la soberanía política sumergida de numerosos
grupos pequeños de Europa.
(1489.1) 134:5.10 La Tierra no disfrutará de una paz duradera hasta que las
llamadas naciones soberanas no cedan inteligente y plenamente sus poderes
soberanos en las manos de la fraternidad de los hombres —el gobierno de la
humanidad.
El internacionalismo —
las ligas de las naciones— no puede asegurar la paz permanente a la humanidad.
Las confederaciones mundiales
de las naciones podrán prevenir eficazmente las guerras menores, y podrán
controlar de forma aceptable a las naciones más pequeñas, pero no pueden
prevenir las guerras mundiales, ni controlar a los tres, cuatro o cinco
gobiernos más poderosos.
En presencia de un
conflicto real, una de estas potencias mundiales se retirará de la Liga y
declarará guerra.
Es imposible evitar que
las naciones entren en guerra mientras éstas estén infectadas con el virus
engañoso de la soberanía nacional.
El internacionalismo es
un paso en la dirección adecuada.
Una policía internacional
podrá prevenir muchas guerras menores, pero no hará ningún efecto en la
prevención de las guerras mayores, los conflictos entre los grandes gobiernos
militares de la tierra.
(1489.2) 134:5.11 A medida que disminuye el número de las naciones
verdaderamente soberanas (grandes potencias), aumenta tanto la posibilidad como
la necesidad del gobierno de la humanidad.
Cuando existan tan sólo
unas pocas (grandes) potencias realmente soberanas, éstas tendrán que
embarcarse en una lucha a muerte por la supremacía nacional (imperial) o,
mediante la renuncia voluntaria a ciertas prerrogativas de la soberanía,
crearán el núcleo esencial de la potencia supernacional que marcará el comienzo
de la verdadera soberanía de toda la humanidad.
(1489.3) 134:5.12 No habrá paz en La Tierra hasta que todas las naciones
llamadas soberanas entreguen el poder de declarar la guerra en las manos de un
gobierno representativo de toda la humanidad.
La soberanía política es
innata en los pueblos del mundo.
Cuando todos los pueblos
de La Tierra creen un gobierno mundial, tendrán el derecho y el poder de hacer
que dicho gobierno sea SOBERANO; y cuando esa potencia mundial representativa o
democrática, controle las fuerzas terrestres, aéreas, y navales del mundo, la
paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres podrán prevalecer, pero
no hasta entonces.
(1489.4) 134:5.13 Podemos utilizar una ilustración importante de los siglos
diecinueve, veinte y veintiuno: los cuarenta y ocho estados de la unión federal
norteamericana viven en paz desde hace mucho tiempo.
Ya no hay guerras entre
éstos.
Han renunciado a su
soberanía, entregándosela a un gobierno federal, y por medio del arbitraje en
caso de guerra, abandonaron toda pretensión ilusoria de autodeterminación.
Aunque cada uno de los
estados regula sus asuntos internos, no se ocupa de las relaciones exteriores,
tarifas, inmigración, asuntos militares, ni comercio interestatal.
Tampoco se ocupan los
estados individuales de los asuntos de la ciudadanía.
Los cuarenta y ocho
estados sufren los azotes de la guerra sólo cuando se encuentra en peligro la
soberanía del gobierno federal.
(1489.5) 134:5.14 Estos cuarenta y ocho estados, al abandonar el doble
sofisma de la soberanía y la autodeterminación, disfrutan de paz y tranquilidad
interestatal.
Así comenzarán a
disfrutar de la paz las naciones de La Tierra, cuando renuncien libremente a su
soberanía para confiársela a un gobierno mundial —la soberanía de la
fraternidad de los hombres.
En este estado mundial
las naciones más pequeñas serán tan poderosas como las más grandes, así como el
pequeño estado de Rhode Island tiene sus dos senadores en el Congreso
norteamericano, al igual que el estado de Nueva York con su gran población, o
que el estado de Texas con su gran territorio.
(1490.1) 134:5.15 La soberanía (estatal) limitada de estos cuarenta y ocho
estados, fue instituida por los hombres y para los hombres.
La soberanía superestatal
(nacional) de la unión federal norteamericana fue creada por los primeros trece
estados para su propio beneficio, y para el beneficio de los hombres.
Del mismo modo las
naciones crearán alguna vez la soberanía supernacional del gobierno planetario
de la humanidad, para su propio beneficio y para el beneficio de todos los
hombres.
(1490.2) 134:5.16 Los ciudadanos no nacen para el beneficio de los
gobiernos; los gobiernos son organizaciones creadas y concebidas para el
beneficio de los hombres.
La evolución de la
soberanía política no puede sino terminar en la aparición del gobierno soberano
de todos los hombres.
Todas las demás
soberanías son de valor relativo, de significado intermedio y de carácter
subordinado.
(1490.3) 134:5.17 Con el progreso científico, las guerras serán cada vez más
devastadoras, hasta volverse prácticamente un suicidio racial.
¿Cuántas guerras mundiales habrán de librarse, cuántas ligas de naciones habrán de fracasar, para que el hombre esté dispuesto a establecer el gobierno de la humanidad, y empiece a disfrutar de las bendiciones de la paz permanente, y a recoger los frutos de la tranquilidad de la buena voluntad entre sí mismos —la buena voluntad mundial—?
6. La
Ley, la Libertad y la Soberanía
(1490.4) 134:6.1 El hombre que ansía la libertad, la libertad completa,
debe recordar que todos los demás hombres también la anhelan.
Los grupos de mortales
amantes de la libertad, no pueden convivir en paz a menos que los integrantes
se sometan a leyes, normas y reglamentaciones que garanticen el mismo grado de
libertad para cada uno de ellos, salvaguardando al mismo tiempo igual grado de
libertad para todos sus semejantes.
Si un hombre es
absolutamente libre, entonces otro habrá de ser un esclavo absoluto.
La relativa naturaleza de la libertad es verdadera, social, económica y políticamente.
La libertad es el
don de la civilización, hecho posible por el vigor de la LEY.
(1490.5) 134:6.2 La religión permite la realización espiritual de la
fraternidad de los hombres, pero hace falta un gobierno humano que regule los
problemas sociales, económicos y políticos, relacionados con ese objetivo de
felicidad y eficiencia humanas.
(1490.6) 134:6.3 Habrá guerras y rumores de guerras — las naciones se alzarán unas contra otras — mientras que la soberanía política del mundo esté dividida, e injustamente mantenida, entre las manos de un grupo de estados nacionales.
Inglaterra, Escocia y Gales no acabaron de guerrear entre sí hasta
que cedieron su respectiva soberanía al Reino Unido.
(1490.7) 134:6.4 Otra guerra mundial enseñará a las así llamadas naciones
soberanas a formar una federación de algún tipo, creando así las condiciones
necesarias para prevenir las guerras menores, las guerras entre las naciones
más pequeñas.
Pero las guerras
mundiales continuarán hasta que se cree el gobierno de la humanidad.
La soberanía mundial es
la única solución para prevenir las guerras mundiales —no hay otra salida.
(1490.8) 134:6.5 Los cuarenta y ocho estados libres norteamericanos
conviven en paz.
Entre los ciudadanos de
estos cuarenta y ocho estados se encuentran todas las diversas nacionalidades y
razas que viven en los países europeos en pugna constante.
Entre los norteamericanos
se encuentran casi todas las religiones, sectas religiosas y cultos de todo el
mundo, y sin embargo aquí en Norteamérica conviven en paz.
Lo cual sucede
simplemente porque estos cuarenta y ocho estados han renunciado a su soberanía,
abandonando toda noción falaz del así llamado derecho a la autodeterminación.
(1490.9) 134:6.6 No se trata de armamento o de desarme.
Tampoco influyen sobre el
problema del mantenimiento de la paz mundial, los factores correspondientes al
servicio militar obligatorio o voluntario.
Si le quitáis a las
naciones poderosas todas las armas mecánicas modernas y todos los tipos de
explosivos, pelearán con los puños, piedras y palos, mientras que persistan en
la ilusión de su derecho divino a la soberanía nacional.
(1491.1) 134:6.7 La guerra no es la gran y terrible enfermedad del hombre;
la guerra es un síntoma, un resultado.
La verdadera enfermedad
es el virus de la soberanía nacional.
(1491.2) 134:6.8 Las naciones de La Tierra no han poseído una soberanía
verdadera; no han tenido nunca una soberanía que las protegiera de los estragos
y devastaciones de las guerras mundiales.
Al crear un gobierno
mundial de la humanidad, las distintas naciones no dejan su soberanía como tal,
sino que crean en realidad una soberanía mundial verdadera y permanente, que de
ahí en adelante podrá protegerlas de todas las guerras.
Los asuntos locales serán
manejados por los gobiernos locales; los asuntos nacionales, por los gobiernos
nacionales; los asuntos internacionales serán administrados por el gobierno
mundial.
(1491.3) 134:6.9 No se puede mantener la paz mundial mediante tratados,
diplomacia, política exterior, alianzas, equilibrio de poderes, ni por otras
medidas paliativas basadas en las soberanías del nacionalismo.
Una ley mundial debe ser
creada y puesta en vigencia por un gobierno mundial —la soberanía de toda la
humanidad.
(1491.4) 134:6.10 Con el gobierno mundial, el individuo gozará de una
libertad mucho mayor.
Hoy en día, los
ciudadanos de las grandes potencias están gravados, regulados y controlados
casi opresivamente, y gran parte de esta interferencia corriente con la
libertad individual se desvanecerá cuando los gobiernos nacionales estén
dispuestos a depositar su soberanía, en lo que se refiera a los asuntos
internacionales, en las manos del gobierno mundial.
(1491.5) 134:6.11 Bajo un gobierno mundial, los distintos grupos nacionales
tendrán una oportunidad auténtica de realizar y disfrutar la libertad personal
inherente a una verdadera democracia.
Habrá terminado la noción
falaz de la autodeterminación.
Con un control a nivel
mundial del dinero y del comercio, llegará la nueva era de la paz mundial.
Poco después surgirá
posiblemente un idioma mundial, y existirá por lo menos la esperanza de que
haya en algún momento una religión mundial —o bien religiones con un punto de
vista mundial.
(1491.6) 134:6.12 La seguridad colectiva nunca podrá garantizar la paz,
hasta que la colectividad incluya a toda la humanidad.
(1491.7) 134:6.13 La soberanía política de un gobierno representativo de la
humanidad traerá una paz duradera en la tierra, y la fraternidad espiritual de
los hombres asegurará para siempre la buena voluntad entre todos ellos.
No existe otro camino para conseguir la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres.

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